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Viernes 19 de junio de 2009
Por un debate desinhibido, abierto y vigoroso
Esteban Rodríguez, abogado y Magister en Ciencias Sociales, planteó la necesidad de mantener "el activismo social" en el actual espacio público, en una charla que brindó a estudiantes de periodismo en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNC, en Roca.
Al referirse a la propuesta de Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual planteó la pregunta que se hizo Owen Fiss, en su libro La ironía de la libertad de expresión: ¿Puede el silencio generar libertad de expresión?
Rodríguez definió entonces la libertad de expresión. Dijo que “no es una libertad de lujo, en todo caso se la podría tomar como una libertad diferente. Siendo un derecho fundamental, tanto para el desarrollo de una autonomía individual como para el desarrollo del autogobierno colectivo. No es un derecho absoluto. Es un derecho relativo a la estructura social, estamos en Argentina, hay una estructura social desigual. Hay que pensarlo y problematizarlo a partir de la desigualdades sociales. No todos los actores tienen los mismos recursos expresivos, ni las mismas capacidades para contar lo que les pasa”.
“No hay democracia sin libertad de expresión. No hay debate colectivo sin libertad de expresión”. Rodríguez explica que los términos libertad de expresión y democracia copulan. “Para entender la continuidad de estos términos tenemos que volver sobre el sentido de la democracia. ¿Qué es la democracia? Es la posibilidad de decir no. La posibilidad de manifestar una diferencia. Para que el pueblo pueda decir no, para que pueda manifestar un desarreglo institucional, para que pueda manifestar un desacuerdo. Es decir, para que el pueblo pueda gobernarse, se necesitan dos cosas: del activismo cívico, de la participación ciudadana. Cuando hablamos de libertad de expresión estamos hablando también de otros derechos que están dando las condiciones para expresarnos libremente”. Luego explicó que también es necesario tener la posibilidad de reunirse para discutir, reflexionar colectivamente y para desplazarse.
Rodríguez señalo la diferencia de pensar la libertad de expresión desde el mercado a pensarla desde la democracia. “Si el mercado es la institución a través de la cual se organiza la comunicación publica, la cual se distribuye la palabra, podemos encontrarnos con situaciones irónicas o, como decía Owen Fiss, situaciones paradójicas. Son paradójicas porque nos vamos a encontrar con situaciones donde la libertad de expresión genera silencio. La pregunta que nos hacemos es que si el silencio puede generar libertad de expresión”.
“Para que el pueblo pueda decidir como quiere vivir se prevé un diseño institucional”, dijo Rodríguez haciendo referencia al sufragio electoral. “Cuando la comunicación pública se organiza a través del mercado, en función de la capacidad económica, esta claro que los que más recursos disponen tendrán mayores capacidades comunicativas. En estas circunstancias donde hay grupos desventajados que, por las particulares circunstancias en las que se encuentran, no pueden canalizar su problema”.
En este contexto, los propulsores de la Propuesta de Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual piensan que “el Estado no solo puede sino que también debe intervenir en el mercado creando mejores condiciones para que la sociedad pueda presentar sus demandas a la autoridad de turno, manifestar sus problemas y compartirlos con el resto de la sociedad. No solo debe velar por la distribución equitativa de la riqueza, sino que también debe velar por la distribución equitativa de la palabra. Me parece que el deber del Estado tiene que apuntar a preservar la integridad del debate público. Contribuir a crear las condiciones para que el debate sea plural, desinhibido y abierto. Decir y discutir como queremos vivir juntos. Esto supone intervenir en el mercado de la información”.
Rodríguez explicó que todos tenemos derecho a dudar y a manifestar nuestra desconfianza ante la intervención estatal en los medios de comunicación, porque “sabemos de memoria que en la Argentina la libertad de expresión fue un derecho encorsetado, atenazado, cuando no clausurado tanto por el Estado como por el mercado. De eso conocen bastante los movimientos sociales, pero también los militantes y los comunicadores populares”.
Asimismo Rodríguez asegura que “la historia de la argentina también es muy rica en estrategias de comunicación alternativas. Estoy pensando en un piquete, una huelga, la ocupación de un espacio público o privado, una movilización. Transformar esos escenarios en un espacio de representación, de visibilidad”.
Señala la importancia del debate plural, porque en ese debate se decide como vivir. “No hay que confundir el pluralismo de voces con el anti-monopolio o en anti-oligopolio. El pluralismo no se garantiza solamente distribuyendo las licencias entre actores individuales. El hecho de que a una empresa se le haya otorgado una licencia no significa que esta pueda escribir lo que se le antoja, lo que quiera y como quiera. Esto vale para una empresa privada como para un sindicato o una cooperativa comunitaria y popular. Lo que esta en juego es la comunicación pública, la democracia, el debate público. Hay que querer reglas para ver como se crea consciencia para que nadie quede afuera de la comunicación publica”.
Se quiere proteger a los grupos o sectores en condiciones de desventaja económica, por lo tanto, también expresiva y comunicativa. “Uno tiende a confundir la mayoría con la totalidad. Aunque sea el 99% no es la totalidad, entonces hay que cuidar al 1%, a todos esos grupos desventajados, a las minorías que no tienen los mismos recursos para decir lo que les pasa”.
Sobre el final, Rodríguez afirmó que “la transformación de la comunicación pública depende de la movilización social. No habrá activismo estatal, si no hay activismo social. No habrá devuelta libertad de expresión sin protesta social”.
Informe: Marianela Vergara
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