El grupo de extensionistas del proyecto El derecho a tener derechos y el CIAJ, participaron en la jornada de formación de promotores barriales de la Campaña
contra la violencia institucional, realizada el sábado 29 de junio en la
Facultad de Periodismo y Comunicación
Social. Junto al
Movimiento Evita de La Plata y con la Secretaría
de Derechos Humanos y el Observatorio
de Jóvenes –ambos dependientes de esa Facultad- se coordinaron talleres, donde participaron jóvenes
y referentes barriales y
universitarios de
La Plata.
La actividad se enmarca en la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional que se impulsó en 2012. Como parte de la mesa nacional de la Campaña, el CIAJ y los/as extensionistas vienen desarrollando talleres junto a distintas organizaciones sociales y escuelas, del Conurbano y otras provincias del país.
Las organizaciones que integran la mesa nacional de la Campaña explicaron que los pasos a seguir son la puesta en marcha de espacios de formación de promotores/as en derechos humanos en los territorios. Además, se está conformando una red de abogados/as, entre otras medidas tendientes a servir de apoyo y contención para las organizaciones.
“Una lucha por la mayor democratización de los sectores más vulnerables”
La apertura del panel estuvo a cargo de referentes de la Justicia y de la lucha en Derechos Humanos. Rosa Bru, Presidenta de la Asociación Miguel Bru, dijo que para los familiares de las víctimas de violencia institucional la visibilidad es importante para “no estar solos”.
“Cuando pasó lo de Miguel, ¡qué solos que estábamos! Y los otros familiares cuando me venían a ver me decían que los medios no reflejaban la realidad, siempre todos los pibes que mataba la policía tenían “frondosos prontuarios”. Y me vino el recuerdo de lo que pasaba en la dictadura, que para muchos eran subversivos y entonces estaba bien que los maten”, recordó Rosa. Y agregó, “y ahora pasa lo mismo, si lo mataron ‘en algo estaba’, si era morocho y tenia gorra ya le da la patente para que lo pueda matar un policía. Y se me viene el recuerdo de cuando estaban los chicos de la frazada, que así los habían bautizado los medios; eran chicos chiquitos con muchos problemas. Y escuche a una señora que dijo ‘hay que matarlos a todos’. Y me acerqué y le pregunte si tenía nietos, y qué sentiría si uno se desvía un poquito y otra señora dice que hay que matarlos a todos. Y me dice ‘no, mi nieto no’. Y le digo ‘sí, porque nadie está libre de que la Policía le mate un nieto y le pongan en los medios que tenía frondosos prontuarios. Y así se quedan solos en la lucha”.
En tanto, Alejandro Mosquera, de la Comisión Provincial por la Memoria, que también estuvo en el panel de apertura, coincidió con Rosa y dijo que para ir al fondo del problema hay que empezar por “dar visibilidad, porque cuando hay visibilidad nos unimos” y además, porque se “logra que los funcionarios no nieguen tanto que existe esto”.
También, señaló que “lo que le cuesta entender a la clase política es que hay que cambiar el sistema”, que no se trata de “una manzana podrida”. La tarea es transformar el rol de las fuerzas de seguridad. “Si el rol de las fuerzas de seguridad es regular el territorio para la política o para el delito, estamos jodidos; es una política que va a seguir repitiendo la violencia institucional”, expresó. La violencia institucional es el control social de los sectores pobres, por ello, “es una lucha por la mayor democratización de los sectores más vulnerables”.
Por su parte, el Defensor de Casación Penal, Mario Coriolano, expresó que “a lo que dijo Alejandro le agregaría algo que ya dijo Rodolfo Walsh, que ‘la secta del gatillo alegre es la secta de las manos en la lata’”. “La policía en los barrios se mueve por la corrupción”, afirmó Coriolano quien también expresó la importancia de apoyar desde la Justicia a los promotores de derechos humanos de los distintos barrios.
La militancia tiene una doble tarea
A continuación del panel, el CIAJ y El derecho a tener derechos dieron inicio a los talleres con la construcción de un mapa de conflictos junto a todos los/as asistentes. El disparador fue la pregunta sobre las violencias con las que miden en su cotidiano los y las jóvenes. Las y los promotores barriales fueron señalando las prácticas policiales abusivas como “la policía que molesta a los jóvenes”, las “golpizas en comisarías”, que “te roben en un allanamiento”, la “estigmatización”, la “portación de cara y apellido”; pero también, problemáticas mediadas por la violencia institucional como “los transas”, “las peleas entre grupos”, “los patovicas (la seguridad privada)”, “la violencia doméstica” y “la violencia de género”.
Para profundizar en esos ejes, se dividió en tres grupos que realizarían dos talleres. Uno de los talleres se realizó con las jóvenes del Barrio Las Rosas, militantes de la JP Evita, quienes jugaron al “Juego de la Poli” para dar cuenta de la reiteración de las prácticas policiales abusivas sobre la vida de las y los jóvenes de los barrios. El objetivo fue ver cómo esa reiteración no tiene que ver con excesos de ‘policías malos’ sino de una función institucional. También, se dialogó sobre cómo el olfato policial funciona junto al olfato social. Cuando el estigma cae sobre los pibes y pibas, que son tildados de “vagos” y “peligrosos”, se convierten en blancos fáciles de nuevas violencias policiales.
En el segundo taller, se trabajó sobre imágenes ilustrativas
de las violencias presentes en el cotidiano de los sectores pobres. El acoso
policial a los carreros y a los pibes y pibas que trabajan en la calle, la
connivencia con los transas, la violencia de géneros, el consumismo, la
inseguridad y el transporte público en malas condiciones, fueron parte de las
situaciones que se debatieron.
Ademas,
el Observatorio de Jóvenes de la Facultad de Periodismo realizo un taller sobre
medios de comunicación y la violencia institucional.
En el plenario de cierre, se concluyó que la violencia
institucional es una de las problemáticas sociales “más urgentes” a agendar por
las organizaciones sociales. La tarea de la militancia es doble: pelear contra
la violencia policial pero también pelear contra la estigmatización social. En
un barrio donde los vecinos se defienden mutuamente y están fuertes los lazos
de solidaridad, no es tan fácil para la Policía dominar el territorio. Pero
para ello, afirmaron, primero hay que visibilizar y desnaturalizar. Así, una de
las definiciones que surgieron al calor del debate en los talleres fue la
necesidad de convocar a medios populares y crear medios barriales.